Las memorias traumáticas se procesan como una vivencia del presente, confirma estudio de neuroimagen
Dec 20, 2023Un estudio con imágenes cerebrales mostraron que los recuerdos traumáticos se alojan en una zona del cerebro distinta a la aloja otras memorias. Esto podría explicar su naturaleza tan vívida e intrusiva.
En el origen del trastorno de estrés postraumático, o TEPT, hay un recuerdo que no puede ser controlado. Es capaz de entrometerse en las actividades cotidianas, arrastrando a una persona al medio de un suceso horrible, o aparecer como terrores nocturnos o recuerdos recurrentes.
Décadas de tratamiento en veteranos del ejército y sobrevivientes de agresiones sexuales han dejado pocas dudas de que los recuerdos traumáticos funcionan de manera distinta a otros recuerdos. Un grupo de investigadores de la Universidad de Yale y de la Escuela Icahn de Medicina en Monte Sinaí se propuso encontrar evidencia empírica de esas diferencias.
El equipo tomó imágenes cerebrales a 28 personas con TEPT mientras escuchaban narraciones grabadas de sus propios recuerdos. Algunos de los recuerdos eran neutros, otros simplemente “tristes” y otros traumáticos.
Se encontraron claras diferencias en las imágenes cerebrales, según reportaron los investigadores en un artículo publicado el jueves en la revista Nature Neuroscience. Las personas que escucharon los recuerdos tristes, los cuales a menudo involucraban la muerte de un familiar, mostraron un alto grado de activación del hipocampo, la parte del cerebro que organiza y contextualiza los recuerdos.
Cuando las mismas personas escucharon sus recuerdos traumáticos —de agresiones sexuales, incendios, tiroteos escolares y atentados terroristas—, el hipocampo no se involucró.
“Eso nos dice que el cerebro se encuentra en un estado distinto en los dos recuerdos”, afirmó Daniela Schiller, neurocientífica de la Escuela Icahn de Medicina en Monte Sinaí y una de las autoras del estudio. Schiller señaló que el objetivo de las terapias para el TEPT suele ser ayudar a las personas a organizar sus recuerdos a fin de que puedan observarlos de una manera más distante del presente.
“Ahora hallamos algo que podría explicarlo en el cerebro”, comentó. “El cerebro no parece encontrarse en un estado de recuerdos; parece estar en un estado de experiencia actual”. Esta es la razón por la cual las terapias del habla no pueden modificar esas memorias, porque la memoria traumática activan areas del cerebro que hacen pensar al paciente que esta sucediendo nuevamente, al contrario, esto puede retraumatizarlos.
De hecho, los autores concluyen en el artículo: “Los recuerdos traumáticos no se experimentan como recuerdos en sí”, sino como “fragmentos de eventos anteriores que dominan el momento actual”.
Al parecer, los recuerdos traumáticos activaron una zona distinta del cerebro: el giro cingulado posterior, o GCP, el cual suele estar involucrado en el pensamiento dirigido internamente, como la introspección o la ensoñación. Mientras más graves eran los síntomas de TEPT de la persona, mayor actividad aparecía en el GCP.
Lo sorprendente de este hallazgo es que el GCP no se conoce como una región de la memoria, sino que está involucrado con el “procesamiento de la experiencia interna”, mencionó Schiller.
Los hallazgos alimentan una pregunta muy debatida en el campo del trauma: ¿los médicos deberían animar a las personas con TEPT a exponerse a sus recuerdos más traumáticos?
En años recientes, muchos estadounidenses han adoptado tratamientos, como la terapia de exposición prolongada, algo que el hallazgo en neuroimagen nos dice que no deberia ser al menos la unica opción, y la terapia de reprocesamiento y desensibilización por movimientos oculares (EMDR, por su sigla en inglés), los cuales procesan los recuerdos traumáticos sin que el paciente tenga que hablarlos, re-experimentarlos o exponerlos. Según Ilan Harpaz-Rotem, uno de los autores del estudio, los nuevos hallazgos sugirieron que volver a visitar el recuerdo sin re-vivirlo es un elemento crucial del tratamiento.
“Se le ayuda al paciente a construir un recuerdo que puede organizarse y consolidarse en el hipocampo”, afirmó Harpaz-Rotem, profesor de psiquiatría y psicología en la Universidad de Yale.
Harpaz-Rotem describió un caso de sus consultas: a un médico del ejército le atormentaba una imagen fragmentaria de su pasado, en la que vendaba frenéticamente la herida de un soldado mientras estaba bajo fuego.
Lo ideal es que estos tratamientos puedan ayudar a transformar el recuerdo traumático en uno que se parezca más a los recuerdos tristes comunes y corrientes. “Es como tener una pieza en el lugar donde debe ir”, comentó. “Si puedo acceder a un recuerdo, sé que es un recuerdo. Sé que no me está ocurriendo ahora”.
Ruth Lanius, directora de investigación sobre el TEPT en la Universidad de Ontario Occidental, quien no estuvo involucrada en el estudio, describió esos hallazgos como “trascendentales”, tanto porque establecen que los recuerdos traumáticos tienen vías distintas como porque indican que los mecanismos clave de un recuerdo traumático pueden estar involucrados con zonas del cerebro menos estudiadas. Gran parte de las investigaciones sobre el TEPT se han centrado en la amígdala, el centro de detección del estrés en el cerebro, y el hipocampo, explicó Lanius. El giro cingulado posterior está “muy involucrado en revivir recuerdos” y en la búsqueda de la autorreferencia, lo cual podría explicar por qué un recuerdo sensorial puede provocar miedo o pánico abrumadores.
“Un soldado, si oye fuegos artificiales, puede que corra a protegerse”, mencionó Lanius. “Los recuerdos traumáticos no se recuerdan; se reviven y se experimentan una vez más”.
Según Lanius, los médicos pueden utilizar estos hallazgos para tratar a los pacientes que “no sienten que el trauma haya terminado”, empleando terapias que “aporten un contexto lineal, para saber que: ‘Claro, eso ocurrió en el pasado’”. Lanius mencionó que los investigadores deberían explorar terapias, como la conciencia plena, las cuales se sabe que activan las partes del cerebro conocidas por brindar contexto.
Brian Marx, subdirector de la División de Ciencias del Comportamiento del Centro Nacional para el TEPT, quien no estuvo involucrado en el estudio, afirmó que, si con el tiempo se pueden identificar marcadores biológicos del TEPT, sería “una importante contribución científica” al interior de este campo que zanjaría las diferencias en torno a cuáles experiencias constituyen un trauma.
Marx señaló que, aunque la mayoría de los expertos coincide en que los accidentes de tráfico, las agresiones sexuales o el combate militar son eventos traumáticos, hay desacuerdo en torno a si las experiencias como el racismo o el estrés pandémico deberían considerarse la base de un diagnóstico de TEPT.
“Es una de las preguntas fundamentales de este campo”, afirmó. “Es un debate con el que todavía batallamos, porque no tenemos una respuesta”.
Marx mencionó que la nueva investigación era “intrigante”, pero no concluyente e hizo notar que no incluía un grupo de comparación de sujetos sin diagnóstico de TEPT ni especificaba cuánto tiempo hacía de los sucesos traumáticos ni si los sujetos ya habían recibido psicoterapia.
Y afirmó que probablemente no resuelva los debates sobre si los tratamientos del TEPT deben incluir la exposición a recuerdos traumáticos, ya que la bibliografía sobre los resultados de los tratamientos muestra que las respuestas son muy individualizadas.
“Decir que esto es una prueba positiva realmente ignora la realidad de que nuestros tratamientos son imperfectos”, dijo. “No funcionan para todo el mundo de la misma manera”.
Ellen Barry cubre temas de salud mental. Ha sido jefa del buró de Boston del Times, corresponsal internacional en jefe con sede en Londres y jefa de oficina en Moscú y Nueva Delhi. Formó parte de un equipo que ganó el Premio Pulitzer de Periodismo Internacional en 2011. Más de Ellen Barry.